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viernes, 22 de abril de 2011

LA MALDITA PRIMAVERA Y LOS MALDITOS KILOS

Sucedió una primavera de hace algunos años. Con la llegada del buen tiempo llega el momento en el que  muchas mujeres responsables pasamos revista a nuestro estado físico, de cara a ponernos ropa ligera, y… ¡SOCORRO! : El - Traje - de - Baño. Y es en ese crucial momento de nuestras vidas cuando, al empezar a probarnos camisetas de lycra, tops sin mangas, ligeras falditas, y, lo que es más grave, los bañadores, aparecen como por ensalmo, inmisericordemente, esos kilos que, casi sin darnos cuenta, nos hemos ido poniendo, gramo a gramo, en esos meses de frío.

En invierno a penas miramos nuestro cuerpo en el espejo; simple cuestión de comodidad. mantener el peso ideal supone, generalmente, un gran esfuerzo. Así que, ignorando las evidentes señales de alarma, nos damos una ducha rápida por la mañana, un poco de crema; jersey grueso, pantalón, chaqueta, botas, bufanda, abrigo y, absolutamente camuflados... ¡A la calle!.


Con los primeros calores empezamos a quitarnos ropa, a destapar partes del cuerpo que habían permanecido ocultas a todas las miradas (incluída la nuestra) durante meses, casi como si no estuvieran allí. Pero mira tú por donde que sí estaban, y no solo eso sino que, al reaparecer, las encontramos como cambiadas, distintas, como si hubieran crecido pero, ejem, a lo ancho, o, mejor dicho, a lo gordo.

Llega la hora de la verdad, de arrepentirse otra vez de no haber empezado el gimnasio en enero, como tradicionalmente nos propusimos; de calcular mentalmente y horrorizadas, Cuántas Semanas Costará Desembarazarse de esos rollitos en cintura y espalda, esa tripilla incipiente, afinar esos brazos que, ¡Dios Mío!, te parecen de camionero.

Increíble… agazapados bajo capas y capas de ropa como estaban, esos odiosos kilos sobrantes se manifiestan de repente en toda su crudeza (carne cruda, que, ni más ni menos, es lo que son)... En definitiva, haces cábalas, agobiada, sobre si tendrás tiempo de recuperar aquella figura que recuerdas vagamente haber tenido solo unos meses atrás. Y eso, antes de que el calor te obligue destaparte irremediablemente:

... Hasta aquí todo normal, y en esas estaba yo aquel mes de mayo de no hace tanto. Pensando en cuántos de aquellos traidores kilos tendría que adelgazar para colocarme mis tops de lycra, mis faldas cortas y mis bikinis, cuando, con toda la ropa de verano amontonada sobre la cama, probándome un encantador conjuntito de algodón rosa, sentí un flash que me dejó KO…

... Me dí cuenta de que algo, no solo mi (sobre)peso, iba mal.